
"Mientras los más desafortunados sucumben en la profundidad de las aguas, en algún rincón ajeno a la catástrofe, en medio de una fiesta de disfraces siguen bailando los hombres del poder, ensordecidos por sus bufonadas". Ernesto Sabato, escribia en 1999 en su libro "Antes del fin" este parrafo tan cierto, y tan cargado de reproche e impotencia.
Habla Sabato en el libro mencionado de la "deshumanización de la humanidad", del mecanicismo embrutecedor de nuestros días, del cientificismo delirante y de la fatal paradoja a la que nos ha conducido el racionalismo mesianico de los últimos siglos.
Ya a nadie le escandaliza la "muerte de Dios", pero tras Dios, lo que queda es el hombre; el ser humano enfrentado a si mismo y a su entorno, el pometeico ser en busca de la luz liberadora de la razón que se encuentra con las pesadillas creadas por sus propios deseos. La paradoja de la existencia auténtica, sublimada en el "luchar por luchar" de los anarco-nihilistas. El Sisifo sonriente de Camus para el cual "la lucha por llegar a las cumbres basta para llenar su corazón de hombre".
Nietzsche no está ya aquí para afirmarlo, pero ya me encargo yo: "El hombre ha muerto".
El racionalismo no ha llevado a la nada, a la desconfiaza de la existencia en común, al desprecio de la vida, a la perdida de la dimensión espiritual, a la cegera ante el sentimiento mágico de la vida.
El materialismo nos guia por calles sucias y grises donde se acumula la miseria vendida con grandes luces de neón y cartelito de oferta. El individualismo ha constatado por fin que Aristóteles estaba equivocado: el ser humano no es un "animal social", ¿por qué iba a necesitar leyes si lo fuera?.
El capitalismo es un lobo para el hombre. Nos convencen de que es el único sistema que funciona, el único posible, en realidad el único ensayado, y nos dicen que es "rentable", lo que no nos dicen es que es injusto, insolidario e inhumano. Lo único que ha conseguido el capitalismo en sus siglos de existenia es acumular el 80% de la riqueza en un 20% de la población, si eso es un sistema económico que funciona tal vez deberimos probar con alguno que no funcionase tan bien.
Si Dios ha muerto y el hombre ha muerto, ¿qué es lo que queda?. Queda el hombre-engranaje (Sabato dixit), el automata burocrático anulado por la rutina y el "miedo al futuro". Queda el esclavo, el siervo, el preso. Queda solo el ser vivo pura y duramente biológico que nace, crece, se reproduce y muere.
En un mundo postmoderno, como el que nos ha tocado vivir, donde los horrores de dos guerras mundiales, con campos de exterminio y bombas atómicas incluidas, ha anulado nuestra capacidad de no solo sorpresa, sino lo que es peor, de horror, el valor de las cosas se mide en la cantidad de dinero que estes dispuesto a pagar por ellas.
Si no recuperamos nuestra humanidad dificilmente podremos construir un mundo mejor, pero ahí radica el problema, la pescadilla que se muerde la cola, el eterno retorno; nadie quiere otro mundo mejor. Ni mejor ni peor, nadie quiere nada, quieren lo que hay por el mero hecho de que "es lo que hay".
Pobreza, muerte, enfermedad, guerra, hambre... no importan, no es rentable hacer nada, es incomodo hacer algo, no nos horrorizan simplemente por que ya no somos humanos somos engranajes.
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